El software está en todas partes. Si estás leyendo este artículo en tu smartphone, tu PC o tablet, ya lo estás comprobando en tus propias manos.
Lo estamos viviendo en la automoción, a través de la domótica en electrodomésticos conectados, en cirugía asistida. Es la pieza cardinal de la actual carrera espacial y un actor principal frente a smart cities más eficientes y descontaminadas. Incluso lo hemos visto en la moda: decía PMR Research que el mundo de la “belleza conectada” generaría 54.000 millones de dólares para 2020.
No es atrevido decir que en un futuro no muy lejano cualquiera tendrá que tener unos conocimientos mínimos de programación. Los menos profesionalizados necesitaremos un acercamiento fáctico a la materia y los propios ingenieros de Software se verán en la obligación de especializarse cada vez más en sectores tan plurales como la robótica, los videojuegos, el mundo del Big Data, la Realidad Virtual, la ciberseguridad o la programación de bots para departamentos de logística.
Esta universalidad ha propiciado que la Ingeniería de Software sea una de las piedras angulares entre las profesiones emergentes. Y la raíz de otras muchas que actualmente se encuentran bajo una gigantesca demanda en un mundo con 4.021 millones de usuarios conectados, más de la mitad de la población mundial.
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